Obesidad, la pandemia del siglo XXI

Una de las principales pandemias del Siglo XXI, especialmente en los países desarrollados, es la Obesidad y el sobrepeso, causados sobre todo por un estilo de vida poco saludable. Asociado a esta condición de salud, se pueden desarrollar otros cambios y anomalías clínicas que aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares y, por esta razón, se debe prevenir el aumento de peso.

Uno de los principales desencadenantes de este riesgo es el comportamiento alimentario, que en la mayoría de los casos es desequilibrado e inadaptado a las necesidades individuales. Así pues, gran parte de las enfermedades cardíacas que aparecen en la población podrían evitarse simplemente cambiando el comportamiento, tanto en lo que respecta a la alimentación como a la actividad física.

Tras este trastorno, surgen otros problemas de salud, como el Síndrome Metabólico. Este síndrome es una condición directamente relacionada con una mayor predisposición a la enfermedad cardiovascular aterosclerótica y al riesgo cardiovascular.

Síndrome Metabólico

Corresponde a un conjunto de signos/síntomas clínicos, donde hay cambios metabólicos causados por el exceso de adiposidad (grasa) corporal y para que ocurra el diagnóstico es necesario tener por lo menos tres de los síntomas mencionados.

Esto incluye obesidad visceral (circunferencia de la cintura elevada), resistencia a la insulina o hiperglucemia (aumento de los niveles de glucemia), hipertensión arterial, aumento de los triglicéridos y disminución del valor de los niveles de colesterol HDL (dislipidemia).

Obesidad visceral

Cuando la grasa se acumula (especialmente en el torso), puede ser visceral o subcutánea. El aumento significativo de los adipocitos provoca un aumento en las adipocitoquinas y de los ácidos grasos libres, lo que promueve la inflamación del tejido adiposo. La grasa estimula la resistencia muscular a la insulina y se degrada en cuerpos cetónicos (en el hígado). Este problema se produce sobre todo cuando el equilibrio alimentario es positivo, es decir, el consumo calórico es superior al gasto.

Resistencia a la insulina o hiperglucemia

Los individuos con este síntoma clínico tienen un metabolismo deficiente de la glucosa, ya que la concentración de insulina no puede responder a los niveles totales de glucemia en sangre.

El aumento de los niveles de glucemia puede producirse en el ayuno o posprandial (después de una comida). En algunos casos, la hiperglucemia puede no ser un signo inmediato del Síndrome Metabólico, sino una consecuencia tardía del mismo, que puede provocar retinopatía, nefropatía y neuropatía a largo plazo.

Hipertensión arterial

Este síntoma puede justificarse por un aumento de la reabsorción de sodio (provocado por la resistencia a la insulina) que aumenta el volumen intravascular o por la activación del sistema renina-angiotensina que provoca cambios en el volumen sanguíneo circulante en la precarga y el gasto cardíacos.

Dislipidemia

Representada por un aumento de los niveles de triglicéridos y una baja concentración de colesterol HDL (colesterol bueno). Dado que el colesterol LDL puede aumentar con esta situación, es importante mantenerlo controlado dentro de los valores, ya que este último tiene un carácter aterogénico. Esta desregulación es una de las principales causas de eventos trombóticos, lo que aumenta el riesgo cardiovascular.

Hay que recordar que la gran mayoría de estos cambios clínicos y metabólicos son provocados por cuestiones de comportamiento, por lo que son modificables. Por lo tanto, es importante sensibilizar para que se produzca un cambio cuando empiece a aparecer los varios signos, ya que ignorar cualquiera de ellos puede conducir a un diagnóstico clínico agravado.

Nutricionista, Jacinta Mendes
3341N